Incendios forestales en Los Ángeles

Eshele y Brayden encuentran esperanza después de los incendios forestales

Eshele estaba en el trabajo cuando su hijo Brayden, de 11 años, la llamó para avisarle que había incendios forestales cerca de su casa en Altadena, California. De inmediato, salió del consultorio donde trabaja como terapeuta familiar y matrimonial y se fue a casa con Brayden y su chihuahua, King Tut.Cuando vieron el resplandor rojo del incendio Eaton justo al este de su casa, decidieron evacuar. “No teníamos la menor idea de que no podríamos regresar”, dice Eshele. Eshele nació y creció en Altadena, y vivía a pocas cuadras de su madre y sus hermanas. Todas ellas perdieron sus hogares en los incendios forestales.

Una chimenea y varias vigas se encuentran entre las ruinas de una casa quemada en un día despejado con vista a una montaña en el fondo.

Eshele y Brayden pudieron recuperar algunos recuerdos, como joyas y las medallas de baile de Brayden, de las cenizas de la casa en la que vivieron durante 17 años.

Eshele se enteró del alojamiento de emergencia a través de Airbnb.org y solicitó el programa por medio de 211 LA, uno de los socios de Airbnb.org. Ella, Brayden y King Tut se mudaron a un alojamiento en Glendale, cerca de donde vivían, donde fueron recibidos por Inessa. Se quedaron allí poco más de un mes. Durante ese tiempo, Brayden cumplió 11 años y celebró con una pijamada junto a sus amigos y familiares en el alojamiento.

Una mujer con cabello largo y oscuro que usa un suéter verde y jeans está de pie con su mano sobre una mesa frente a la ventana en una habitación iluminada por el sol con una silla verde.

“Estar en este espacio me ha permitido respirar y descansar, y saber que hay gente que me protege y me cuida”, dice Eshele. Inessa y su familia viven al otro lado de la calle y han estado al pendiente de sus huéspedes. “Ahora que mi familia está separada, es bueno tener a alguien cerca por si necesito algo y que la gente se preocupe de verdad”, dice Eshele.

Imágenes, una al lado de la otra, de un niño con jeans oscuros, sudadera negra y zapatos de ballet que estira los pies en el aire frente a la puerta de un garaje.

“Estar en este espacio me ha permitido respirar y descansar, y saber que hay gente que me protege y me cuida”.

Una mujer con jeans y suéter está sentada en una banca y habla con una mujer que lleva un vestido rojo en un jardín lleno de rocas y esculturas.

La anfitriona Inessa y su familia viven al otro lado de la calle y estuvieron pendientes de Eshele y Brayden durante su estancia.

Durante su estancia en Airbnb.org, Eshele siguió trabajando para ayudar a sus clientes de terapia, muchos de los cuales también perdieron sus hogares. Brayden, un bailarín talentoso de la Academia de Danza Debbie Allen, siguió bailando e incluso se presentó en una recaudación de fondos para la Academia en febrero. Poco después, se mudaron del alojamiento de Inessa a una vivienda cercana donde pudieron quedarse por más tiempo.