La conexión perfecta entre los puntos, Tambor es la unión entre los destinos heterogéneos del Golfo de Nicoya. Desde el momento en que se suba al ferry y empiece su ruta, conocerá parajes vecinos y únicos. Viaje en kayak a playa 'Muertos', conozca en lancha las islas poco exploradas de la zona y recorra en auto por Montezuma o Cabo Blanco. Cuidado, aquí, el tiempo se hace corto. Deténgase y disfrute de los atardeceres increíbles.

En Santa Teresa converge el yoga y el surf, en una cultura de relajación y descanso. No sería posible esta sinergia sin las playas interminables de arena blanca, una detrás otra, que se complementan con los hermosos restaurantes y un entorno cautivador y multicultural.

Cuando baja la marea, la playa se abre de par en par y permite que los viajeros caminen desde la propia costa hasta una pequeña isla. El fenómeno de observar la 'playa vacía' y caminar sobre las piedras que, solo unos minutos antes no se apreciaban, sorprende; pero aún más encontrarse con que la isla esconde un cementerio. En este particular destino, los pescadores locales despiden a sus seres queridos.

Los largos senderos y los viajes en lancha por el Golfo de Nicoya se transforman en una pintura para los ojos. Las islas que rodean el refugio, el mar multicolor y el cielo celeste decoran la ruta perfecta... pero nada sería igual en este destino sin playa Quesera, un pequeño spot virgen de arena blanca rodeado de palmeras, un lugar predilecto.

Una luz tenue se percibe a la distancia, entre la robusta selva que rodea el largo sendero. Con cada paso, se observa con más claridad la hermosa playa virgen. En el parque Cabo Blanco se conecta la vegetación, los senderos y el mar, en un ambiente intacto y mágico.

Rocío y Pedro ofrecen a los viajeros disfrutar de una mirada artística y espiritual, rodeados de la belleza de Montezuma. Ella es una polifacética costarricense que estudió danza y también goza de un don especial para la pintura al óleo, genes artísticos que provienen de una familia de cantantes de zarzuela y opereta. Pedro es un alemán que descubrió su verdadero hogar cuando llegó a Costa Rica. Ellos le permiten a sus visitantes disfrutar de sus pinturas, llenas de energía y amor. Amantes de los perros, esta pareja cultiva junto a sus dos hijos una vida pacífica, saludable y rodeada de la naturaleza.

Joaquín se crió entre las montañas, el frío y la calidez humana que resalta en Zarcero, un pequeño pueblo lleno de personas amables, paisajes increíbles, pequeñas ferias locales y un hermoso parque que exhibe distintas figuras artísticas en sus árboles de ciprés. Con su cálida casa como punto de partida, este alajuelense desea mostrarle al mundo su destino encantador.